viernes, 21 de noviembre de 2014

Caro-Beceite (Els Ports Etapa 4)



Día 4: Caro-Arnes-Beceite
Distancia: 56km
Desnivel: 947mt
IBPindex: 86
Crónica por Diego

Último día de ruta. A pesar de los milagrosos efectos de los sobres mágicos de Ramón, que nos han aliviado mucho las agujetas los días anteriores, los días y los kilómetros van pesando y hoy las piernas están muy tocadas de la ruta de ayer.

La mañana está fresca en el fondo del estrecho valle a la sombra del monte Caro, que se eleva imponente sobre nuestras cabezas. Tras unos metros rodando por la urbanización, pronto cogemos un camino que sube en fuerte pendiente. Tenemos que salvar los 300 metros de desnivel que nos separan de la pequeña meseta conocida como El Port.

Pronto ocupamos cada uno nuestra posición; ellos por delante y yo el último. En seguida ganamos altura y podemos ver las formaciones rocosas tan características de esta zona.

Parece que por fin vamos a ser sólo cinco en la ruta, y que la Bruja Avería se ha olvidado definitivamente de nosotros. Pero en una de mis “paradas técnicas” (para recuperar el resuello) creo ver una sombra amarilla entre los árboles. Es temprano y todavía no hace calor que provoque alucinaciones, y aunque la subida es dura tampoco es lo suficiente como para provocar visiones, así que deduzco que es un ciclista que sube a toda leche.

Continúo a mi ritmo hasta reencontrarme con mis amigos que esperan pacientemente. Y al poco rato aparece la sombra amarilla, que corresponde a María, una biker local que ha subido sin despeinarse.

Tras charlar un rato con ella continuamos cada uno por su lado, lo que provoca cierta tristeza en algún miembro enamoradizo del grupo.

El camino se interna en el pinar y rodamos a buen ritmo y tras una curva cerrada el camino coge pendiente y empezamos a bajar, y seguimos bajando rápidos hasta perder todo el desnivel que habíamos ganado.

Volvemos a subir aunque la pendiente es más llevadera. Los miembros más enamoradizos han tirado fuerte para alcanzar a María (ya lo dice el refrán, “Tiran más dos bicicletas que cien carretas”), cosa que consiguen y que les produce un fugaz pero intenso deleite.

En la encrucijada donde se separan definitivamente nuestros caminos nos despedimos de Fulanita y subimos hasta la pequeña meseta. El paisaje cambia y del pinar hemos pasado a un páramo en el que restos de antiguas construcciones nos hablan de un pasado mejor.

Abandonamos el camino par continuar por un sendero casi sin desnivel que vuelve a adentrarse en el pinar y por el que es una delicia rodar. La senda se aproxima a un cortado desde el que disfrutamos de unas hermosas vistas de la zona por la que vamos a pedalear (aunque en ese momento no lo sabemos y casi mejor, porque tenía pinta de ser un barranco sin salida)

A partir de ese momento y durante un km. y medio la senda es dura, con muchas piedras y tierra suelta, así que cada uno baja como puede y quiere. Algún paso es especialmente delicado. Afortunadamente no hay caídas de importancia, tan sólo algún moratón.

Al terminar la senda la pista pasa en la vertical de donde estábamos hace un par de minutos, pero casi 100 metros por debajo. La pista es rápida y en seguida llegamos a una zona de acampada con fuente y mesas, así que decidimos parar a comernos el bocadillo.

Tras el descanso continuamos por una bonita senda que discurre paralela al Riu dels Estrets, un río de aguas cristalinas que va descendiendo formando tranquilas pozas. Increíblemente, y a pesar de mis sugerencias, nadie se decide a parar y darnos un baño. Alberto (de la organización de Pedales de los Ports) nos había comentado que había zona de baño más adelante, así que me armo de paciencia y seguimos pedaleando.

La verdad es que la senda es muy bonita y discurre por una zona frondosa con la vegetación típica de la ribera de un río.

Pero de pronto surgen a ambos lados unos farallones rocosos que estrangulan cada vez más la senda. Un pequeño reducto de pinos flanquea el sendero, pero al poco rato desaparecen quedando tan sólo manchas de vegetación que aportan una nota de color sobre el gris de la roca.

La profundidad del cañón aumenta espectacularmente hasta que el río y la senda (que realmente es una conducción de agua aprovechada cono senda) quedan totalmente encajonados al fondo de un cañón de más de 100 metros de desnivel.

El río discurre sobre la roca, creando infinidad de pozas aprovechadas por los lugareños como zona de baño natural. Seguimos pedaleando pero parece que ninguna poza les parece adecuada.

Vuelvo otra vez a sugerir parar a darnos un baño, en repetidas ocasiones. Insisto. Insisto. Les recuerdo que es el último día y la última oportunidad para darnos un baño. Pero parece que el calor les ha afectado al entendimiento. El cañón (y las pozas) está a punto de terminarse y nadie hace ademán de pararse. Así que opto por la rebelión. Me doy media vuelta, dejo la bici en la senda y comienzo a bajar al cauce del río donde hay una poza grande y vacía.

Al poco rato veo que todos han dado media vuelta y siguen mis pasos.

El baño fue espectacular, con el agua transparente a la temperatura adecuada y los peces nadando a nuestro alrededor sin apenas inmutarse por nuestra presencia.

Después del remojón, continuamos nuestra ruta. La senda continúa durante unos dos km más y tan repentinamente como se hundió en el fondo del barranco, en cuanto deja atrás la zona rocosa sale de él, encontrándonos de repente en medio de campos de cultivo con almendros y olivos.

Con un sol y un calor de justicia llegamos al pueblo de Arnes a eso de las dos y media. Tras sellar en el punto de control (aprovechando que el punto de control está en un bar nos apretamos una buena jarra de cerveza cada uno) continuamos dirección Beceite por pistas y caminos asfaltados. Son tan sólo 14 km. con muy poco desnivel, pero a estas alturas cada repecho se convierte en un martirio, sobre todo teniendo en cuenta la temperatura tan alta que hacía.

Finalmente llegamos a Beceite a las 4 de la tarde, después de haber recorrido en cuatro días más de 200 km con unos 5.400 metros de desnivel. Cuatro días de paisajes impresionantes, de calor, sol, niebla, lluvia torrencial y algún rayo que cayó cerca. Cuatro días de compañerismo y de amistad, de risas y esfuerzo físico, de buenas cervezas y mejores tertulias, en los que las averías mecánicas han podido ser solventadas y afortunadamente no ha habido caídas con consecuencias. Como en años anteriores, unas soberbias vacaciones.

Nos vemos en la próxima.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Fredes-Caro (Els Ports etapa 3)



4 de Agosto de 2014

Día 3: Fredes-Caro.

Distancia: 56km

Desnivel +: 1547mt

IBPindex: 125




Crónica por Juan.
 
El perfil de la etapa habla por sí solo. Ruta dura con un continuo desgaste físico pero compensado todo ello por la espectacularidad paisajística del recorrido y, por qué no decirlo, por la compañía.

El día comenzó con la ya habitual canción del móvil/despertador de mi compañero de alcoba.
“Camina, cada paso tuyo a mi me contamina,
mueve las caderas como gelatina,
cintura divina, te comería con pan y mantequilla.
Candela, un par de chupitos de rumiel y vela
Una caja llena con mil primaveras
que vienen, que vuelan,
solo quiero un poquito de tu vida entera,
de tu vida entera.
……………….”

Tras la rutina diaria de ducha matinal, cremita para las ingles y el culito, flatulencias varias, baile erótico con la puerta del baño, visita a roca, visita a roca, visita a roca, ….,  y etc., dimos cuenta de un generoso desayuno.

Como en la etapa que nos disponíamos a comenzar no existe ni el más mínimo núcleo urbano habitado, salvo al inicio y final de la misma, para reponer fuerzas a lo largo del día, nos prepararon en la “Colonia Europa” donde nos alojamos, unos pedazos bocadillos de lomo con queso que no se los saltaba un gitano.
También, obligados por esa falta de pueblos durante el recorrido y, así mismo, por la escasez de fuentes naturales donde repostar debido a la sequía existente en la zona, hicimos un buen aprovisionamiento de agua.

Como tónica general de todos los días, iniciamos la etapa con un breve descenso (1,3 km. hasta Fredes) para, enseguida, afrontar la primera subida del día. En esta ocasión la primera de las prácticamente diez que tuvimos a lo largo de la jornada.
La primera dificultad montañosa la superamos coronando la cumbre del Tossal de los Tres Reyes (cima de 1356 metros de altura, donde confluyen las Comunidades de Aragón, Cataluña y Valencia).

Pistas y sendas se fueron alternando. Descensos rapidísimos con divertidos saltos a modo de cambios de rasante se mezclaron con explosivas subidas y técnicos senderos, algunos imposibles de ciclar.
En la proximidades del Xalet del Rei (refugio al que acudía el rey Alfonso XIII para cazar) realizamos el primer avituallamiento del día.

Unos metros después se puede optar por continuar la ruta por una pista sin ninguna dificultad o adentrarse por un hayedo añadiendo a la ruta desnivel, kilometraje y varias sendas técnicas, algunas de ellas no ciclables.

Sin dudarlo ni un momento nos decidimos por la segunda opción atraídos por el hecho de poder pedalear por el hayedo más meridional de España y de la Europa continental. Además esta opción nos permitiría conocer el Faig Pare (Haya Padre), un haya (Fagus sylvatica) espectacular. Mide unos 25 metros de altura y tiene un perímetro de 4 metros, con una edad estimada en 250 años. Su enorme y enrevesado tronco está repleto de nudos y sus raíces superficiales acentúan su aspecto imponente.
Bonito tramo éste en el que hayas, arces, tilos, tejos, avellanos, acebos, pinos y bojes campan a sus anchas al amparo de impresionantes moles calcáreas.


Un espectacular mirador natural fue la excusa perfecta para hacer la segunda parada día, dando cumplida cuenta de la mitad del bocadillo que guardábamos para la ocasión.

El cansancio, que ya hacía mella en nuestros cuerpos, iba ralentizando nuestro pedaleo.

Y así llegamos a nuestro final de etapa en las proximidades del Monte Caro. Nuestro alojamiento se encontraba en el Hostal-Restaurante Pous de la Neu. Tras tomar varias cervezas para reponer líquidos procedimos, posteriormente, al reparto de habitaciones.


Conocimos allí a un chico de Alicante que estaba realizando alguna ruta en bici con alforjas y también coincidimos con un catalán, de Olot (Girona), que viajaba con una furgoneta Mercedes 4x4 (en la que también dormía) y que llevaba una bicicleta Cannondale eléctrica de 29”.

Nos dejó probar la bici y la opinión de todos fue unánime. Cuando seamos mayores nos hemos de comprar una. ¡¡¡Eso es un vicio!!!

Tras la opípara cena con un primer plato a base de pasta (a petición de los comensales) y un segundo plato de diversos productos cárnicos a la brasa, imposible de terminar, finalizó el día para algunos (Tate y yo). El resto (Diego, Ramón, Víctor y el de Alicante) aceptaron la invitación del de Olot y subieron con la furgoneta al Mont Caro (1442 m.) para observar desde allí las vistas nocturnas de la zona.

Jornada dura sin que, afortunadamente, tuviésemos que reseñar ningún incidente físico ni mecánico de importancia; salvo el curso de mecánica “in situ” con que diariamente nos deleitaba Diego (este día tocó frenos) y la reparación de un radio por Víctor.

miércoles, 22 de octubre de 2014

Vallibona-Fredes (Els Ports etapa 2)



Día 2: Vallibona-Pobla de Benifasa-Ballestar-Fredes.
Distancia: 40km
Desnivel acumulado: 1394mt
IBPindex:  106
Crónica por Víctor.
Hoy es el segundo día en pedales de los ports, nos levantamos temprano para el desayuno y lo primero que hacemos es descolgar toda la ropa que hemos dejado en la habitación tendida, pero después de la “calada” de ayer todavía no está seca por lo que las recogemos  tal y como están guardándolas en las bolsas para secarlas en mejor ocasión.

Después de un buen desayuno en el hostal “la carbonera” salimos por carretera y al poco de empezar la subida nos paramos en un mirador desde donde observa el pueblo de Vallibona como si fuese la península ibérica  (sin Portugal) continuamos un tramo más por carretera para enseguida meternos a la izda. para  afrontar una de las subidas largas del segundo día.

La ascensión hasta los 1160mt tiene casi 12km, en el primer tramo de casi 8km hay pocos descansos pero nosotros nos los tomamos para reagrupar, hacer fotos y comentar la subida que alterna tramos en buen estado con zonas de bastantes piedras e inclinación pero que vamos subiendo sin mayores contratiempos, pasando por varias masías todas ellas abandonadas.
Después de una pequeña bajada  y de pasar por la masía de Prades afrontamos  la segunda parte de la subida que en sus 2 últimos kilómetros está la parte más dura aunque en  estos tramos las pistas están mucho mejor, incluso los trozos con mas inclinación están encementados por lo que se sube bastante bien, en estos kilómetros tenemos una media de casi el 10% con máximas del 15%.
Casi dos horas de subida con descansos, fotos y muchas paradas para asomarnos a los balcones que nos dejaban con unas vistas excelentes, incluso alguno decía que se veía el mar (creo que eran mas las ganas que las olas).

Comenzamos una bajada por pista rápida pero que tenemos que hacer con tranquilidad ya que hay varias portillas que tenemos que abrir y volver a cerrar, al poco nos metemos en un sendero muy  bonito y rápido pero excesivamente corto ya que no llega la 1,5km, la senda acaba en La masia La Pastora, la persona que nació allí tiene una historia muy particular (de la cual se ha escrito un libro ENLACE, y creo que se está haciendo una película).http://losojosdehipatia.com.es/cultura/historia/teresa-pla-messegue-la-pastora/

Llegamos a La Pobla de Benifasá prácticamente en descenso y por pistas y caminos en muy buen estado  sin mayores contratiempos excepto la rotura de cadena de Diego.
Ya en el pueblo nos acercamos a el Hotel La Tinença donde tenemos que sellar el libro de ruta, aprovechando que es la hora de almorzar-comer y que hemos hecho hambre le pedimos al camarero, unos hamburguesas y otros, bocatas, patatas bravas con sus cervezas y  coca-colas, 1hora después salimos del bar en busca del siguiente pueblo, Ballestar.

Los siguientes 3km van alternando unos cortos tramos de carretera con un camino-senda muy chulo, aunque en el primer tramo hay que bajarse para vadear un riachuelo después es una maravilla, subidas y bajadas duras y con pedrolos pero merece mucho la pena ya que el cañón que esconde ese tramo es espectacular.

Llegamos a Ballestar por una rampa del 14 y nos recibe la procesión, así que aprovechando que pasa “el desfile”  nos remojamos en la fuente y aprovechamos para llenar bidones ya que en los últimos 11km no tendremos agua.

Salimos del pueblo por una senda en bajada que se acaba un poco antes de cruzar la carretera, a partir de aquí todo será subida, primero una senda de mas o menos un kilómetro y bastante técnica a tramos hasta desembocar en la carretera que nos subirá al alojamiento de hoy.

Cogemos aire para afrontar la última subida del día por carretera y ya sin paradas, reagrupamientos ni esperas; 8,5 kilómetros de ascensión sin grandes rampas y con un desnivel medio asequible pero al hacerla a buen ritmo se hace larga; vamos llegando uno a uno y cuando estamos todos nos dirigimos hacia el alojamiento de hoy: Restaurante Europa.

El alojamiento no es nada del otro mundo, es más creo que  el peor de los 4, aunque las habitaciones no están mal, es todo bastante viejo, los servicios y duchas son comunes y tiene una cocina con frigorífico que también es común para todas las habitaciones; por el contrario el trato, la cena y el desayuno fueron muy buenos.
Hay que recordar que Diego ha realizado la ruta con el cambio trasero roto, sin poder usar varios piñones y que estábamos esperando un cambio que nos habían enviado, de acuerdo con la organización, desde la tienda de bicicletas de Valderobres; el trato con el dueño de la tienda Naturbike fue excelente, se portó muy bien pero eso es otra historia que contará Diego en la última crónica.

Para poder enviarnos el cambio trasero tuvo que desmontarlo de una bici ya que no tenía otro, por ello nos mandó uno de 8 velocidades que Diego colocó en su bici y así pudo acabar las 2 rutas que quedaban sin problemas aunque sin poder usar el último piñón.
Otro gran día de Bici y Amigos.


 FOTOS AQUÍ:

jueves, 16 de octubre de 2014

Beceite-Vallibona-(Els Ports 1ª Etapa)

PEDALES DE LOS PORTS

PROLOGO by TATE:
La preparación:
Preparar el viaje  es tan importante como el viaje mismo. Cenas previas, cambio de fecha de las cenas, fijación del destino: Els ports. Un mes más tarde aparecen otros posibles destinos: dudas y desestimación. Más preparaciones previas: listado de cosas a llevar, aclarar a Ramón una vez más el día previsto de regreso para que se pueda ir de vacaciones con la familia, búsqueda del vehículo apropiado, comprobación del remolque para las bicis, cambio de remolque, las vueltas que damos con el puto remolque.... 

 El viaje:
Así que ya la víspera  de salir quedamos en el aparcamiento de los Golem y cargamos las bicis en el gran remolque que dormirá en el garaje de casa de Diego hasta el primer día de Agosto que con buena temperatura y amenaza de tormenta nos pondremos en marcha Ebro abajo. Tomamos la autopista y pasado Zaragoza nos cae un potente tormentón. Paramos a mear en una Venta de carretera y enfilamos hacia Beceite por carreteras secundarias. Llegamos al pueblo  y nos instalamos en el hotel “La fábrica de Solfa “, antigua fábrica de papel, después de haber descargado las bicis y dejado el coche+remolque en una finca  que nos dijeron. El hotel está muy bien acondicionado con un diseño moderno y minimalista. Tras desempacar nos informan de la ruta a la que nos vamos a enfrentar y después nos vamos a dar una vuelta por el bello pueblo de Beceite.



 Tras el paseo, opípara cena de mucho diseño en la que el plato estrella fue una tortilla de patata al horno visita bajo el puente y a dormir que al día siguiente empieza la aventura.



DIA 1. Beceite-Peñaroya de Tastavins-Coratxar-Vallibona.


Distancia: 60km
Desnivel acumulado: 1310mt
IBPindex: 129
Crónica por Ramón

Otro año más estamos en marcha, esta vez decidimos acudir al parque Els Ports.

Pedales del mundo tiene aquí otra de sus rutas, Pedales de los Ports. Una ruta de unos 200 kilómetros de recorrido y unos 5300 metros de desnivel acumulado, un terreno con bastante desnivel y unos barrancos impresionantes, eso si esta vez los encontramos todos secos o casi todos.
Después de llegar el día anterior y dejarnos sorprender por este bonito pueblo, con su historia , su río, sus fábricas de papel,(en una de ellas esta nuestro primer alojamiento, muy chulo por cierto). Nos levantamos temprano y nos ponemos en ruta, después de un magnifico desayuno que nos lo tomamos con ganas...dejamos las mochilas en el alojamiento, pues nos las van a llevar durante todo el recorrido de sitio en sitio de llegada, una gozada poder tener esta posibilidad, y no tener que cargarlas encima, con lo que eso implica de organización.

La mañana es estupenda en cuanto al tiempo y las ganas que tenemos de empezar con esta nueva aventura, no tenemos muchas dudas de por dónde empezar pues llevamos 4 GPS y un road book que nuestro buen amigo Diego decidió llevar y que lo ponía la organización de la ruta, es un poco abuelito cebolleta je.je. Enseguida llegamos al embalse de Pena, bonito sitio con sus aguas color turquesa donde empezamos a sacar nuestras cámaras de fotos y disfrutar de sus encantos. 


No hacíamos más que pasar por unas edificaciones llamadas “mas” masías en castellano, las había de todas formas y en sitios insospechados, como más adelante nos encontramos. Seguimos nuestro ruta dirección Peñarroya, pero antes nos acercamos a una bonita y singular permítala Ermita de la Virgen de la Fuente con sus 15 caños de agua, creo que es de las pocas fuentes que nos encontramos con agua, visitamos la ermita por dentro, una obra gótico-mudéjar de las más reconocidas del mudéjar aragonés. Mientras nuestro amigo Diego se peleaba con una mierda pisada por sus ruedas, duchando la bici en el rio...jeje.

Enseguida llegamos a Peñarroya de Tastavins, aquí ya había hambre y decidimos comprar algo para comer, mientras yo me fui en busca de pan, Diego compraba viandas en una tienda del lugar para prepararnos sus famosos bocadillos espectaculares. Una vez repuestos, continuamos hacia el sur, un fuerte repecho nos acerca junto a las Rocas del Masmut, unas fotos del lugar que merecían la pena la parada. Desde allí descendimos un bonito sendero y algo técnico que nos dejaba en el Arroyo de los prados. Aquí  en esta bajada, Diego rompió su cambio, un enganchón en una roca y....el primer día y el primer percance de nuestra aventura. Intentamos llamar a un mecánico que la organización nos había previsto, pero no había cobertura de móvil, lo arreglamos como pudimos y continuamos nuestra marcha.

 Una vez abajo, seguimos el arroyo de los Prados con el cambio de Diego algo maltrecho, cruzamos este río seco en varias ocasiones, hasta que llegamos al cruce que nos llevaría hasta Corota. La subida del día, el calor apretaba, pero sobre todo la humedad nos hacía sudar de lo lindo, subiendo ya oíamos los truenos que amenazaban la lluvia que teníamos prevista. 

Llegamos a Coratxa, curioso pueblo a 1250 metros de altura, no vimos a nadie por sus calles, pero si tenía un pedazo restaurante-hostal...aquí el tiempo ya cambió, se echó el frío y algo de agua, aprovechamos para tomar nuestra cañita-coca cola del día acompañada de unos mendrugos de pan que yo había guardado   je, je. También aprovechamos para llamar al mecánico y que nos acercara  un cambio nuevo a nuestro nuevo destino, no pudo ser ese día pues los amigos que nos traían las bolsas ya habían salido....así que Diego tuvo que aguantar con su maltrecho cambio otro día más.

Desde aquí descendimos una larga bajada a través de asfalto, pistas y un bonito tramo de senda y acercarnos hasta Castell de Cabres, sin entrar en él. Ya nos quedaba menos para concluir esta bonita jornada, una última subida y todo para abajo...decía nuestro buen amigo Víctor. La verdad que la bajada fue muy larga y por unos parajes que invitaban a parar y hacer fotos, pero en este punto empezó a llover con ganas, truenos, relámpagos..uf. Bajamos a toda leche pues se estaba poniendo seria la cosa. Cayeron unos relámpagos bien cerca de nosotros, pero por suerte ya estábamos cerca de nuestro destino, Vallibona, pueblo enclavado en el fondo de un gran barranco y con forma de la península Ibérica, curioso, la verdad.

Una vez llegados hasta este pueblo, y cayéndonos la mundial, buscamos nuestro lugar de descanso.
Allí estaba esperando todo el pueblo dentro del bar, jubilados y jóvenes jugando a las cartas en armonía. Salió nuestra posadera y encerramos nuestros caballos en el garaje, subimos a nuestros aposentos y allí estaban las bolsas, que gozada encontrarte ropa seca para ponerte después del diluvio que nos cayó a última hora. Duchita, unas cañitas merecidas y una gran partida a la pocha, (nuestro amigo Tate nos dio un repaso, menos mal que no había jugado nunca) fuero el gran preludio a una magnifica cena que nos tenían preparada. Todo esto sin dejar de llover-diluviar durante parte del día, enseguida y después de unos pacharanes y unas risas nos fuimos a descansar, nos esperaba al día siguiente  otra  gran jornada.

Bueno y que decir del gran sabor de boca, al estar otra año con estos grandes amigos.
Amistad, dureza, sudores, alegrías, risas, pero sobre todo poder compartir con vosotros esto que tanto nos gusta a todos. Un placer y hasta el año que viene en......!! Seguro que lo pasaremos genial otra vez.