01 de agosto de 2012
Distancia: 20km
Desnivel acumulado 618mt
IBPindex: 69
Crónica por Diego
La quedada de hoy sí que es a una
hora temprana: a las 6 de la mañana aparece delante de mi casa Ramón con el
resto del grupo. Enganchamos el carro con las bicis, metemos mi equipaje y
salimos rumbo a Ainsa.
El viaje transcurre sin más
incidentes que los habituales comentarios jocosos de Juan, la pericia de Vitín
utilizando el Via-T, la eficacia de Ramón al volante, las siempre rebuscadas
preguntas de Tate y mi lucha constante para vencer al sueño.
Llegamos a Ainsa a eso de las 10
y media y, tras cambiarnos de ropa, iniciamos la ruta prevista para hoy a las
11, con mucha pereza y pocas ganas debido al intenso calor que hacía y que
invitaba más a darnos un baño que a coger nuestras burras y ponernos a
pedalear.
Para este día habíamos elegido
una ruta corta de las organizadas por Zona Zero: la ruta 4 Miradores de Ainsa
y Morillo. Abandonamos el pueblo por el
sur e inmediatamente cogemos un camino encementado que sube en fuerte pendiente
hacia Sierra Cotón. La subida es muy exigente y supone un gran esfuerzo para
las piernas aún frías (es un decir, ya que la temperatura sobrepasaba los 30
grados a esas horas).
Poco a poco el camino empieza a
estar algo roto y comienzan a aparecer piedras sueltas y raíces que hacen más
penoso el ascenso. Una parada en el camino nos permite ver un zorro y admirar
el vuelo de una pareja de alimoches. Tras continuar, una raíz hace que uno de
nuestros rookies en materia endurera tenga una caída tan tonta como aparatosa
pero sin consecuencias. El camino se torna en senda tras optar por la variante
que sube hasta la cima del Cerro Cotón, y la fuerte pendiente y la presencia de
piedras sueltas, lascas, margas y algún que otro escalón hace que los rookies
hagan algunos pasos difíciles caminando. Es una subida muy dura que exige una
buena forma física y algo de técnica para poder superar sin desmontar algunos
de los pasos.
El esfuerzo tiene una merecida
recompensa cuando alcanzamos la cima del cerro, ya que las vistas sobre el
Embalse de Mediano (bastante vacío debido al seco invierno de este año) son
espectaculares. Desde esta atalaya tenemos una vista completa de la Peña Montañesa,
objetivo de nuestra ruta para el día 3, que tiene una presencia imponente.
En este momento Tate se da cuenta
de que no lleva la cámara de fotos y decide volver sobre sus pasos (los suyos,
que el había hecho tramos caminando, no los nuestros que habíamos subido todo
montados en la bici) a buscarla; el otro rookie, Juan, decide acompañarle para
no dejarle sólo. Esta es la versión oficial: Víctor, Ramón y yo estamos
convencidos de que escondieron la cámara en la mochila para poder tener una
excusa y no hacer la variante que estaba catalogada como Muy Difícil. Así que bajaron por la senda y,
una vez “recuperada” la cámara, siguieron por la ruta normal hasta el cruce
donde nos encontraríamos de nuevo.
Nosotros tres seguimos por la
senda que cumbrea por el cerro en la que se alternaban el llaneo, pequeñas
bajadas y duras subidas por un terreno algo roto a veces. Y llegamos hasta el
pueblo en ruinas de Tou, del que sólo quedan en pie tres paredes de la torre de
su iglesia. A partir de aquí la senda inicia un descenso hasta Morillo de Tou que
se va complicando poco a poco, más si cabe por lo seco que está el terreno y
que hace que haya mucha piedra suelta. El último tramo, ya con nuestros dos
amigos a la vista esperándonos en el camino, es un poco heavy y nos exige mucha
concentración, pero todos lo superamos con éxito.
Una vez reagrupados, paramos en
el camping de Morillo de Tou a refrescarnos del asfixiante calor (ya
superábamos los 35 grados a la sombra) y a comer algo, que el desayuno de las 5
de la mañana había pasado a la historia hacía tiempo.
Tras el pequeño refrigerio,
iniciamos la segunda ascensión de la ruta hacia la Sierra de Partara por un
camino muy seco que discurre entre carrascas y algún pino. Igual que en la
primera parte de la ruta, el camino se torna en una senda dura que nos vuelve a
exigir un gran esfuerzo, igualmente incrementado por el agobiante calor: 37
grados a la sombra y 41 de máxima que llegaron a marcar los cuentakilómetros.
Como bien decía Victor, a él le daba igual la temperatura a la sombra, él
estaba al sol!!
La última parte del ascenso es
por una senda que igualmente discurre entre carrascas hasta llegar a la pared
rocosa de la peña. A
partir de aquí comienza una divertidísima bajada por una senda muy noble y
rápida que atraviesa un pinar y en la que gozamos trazando curvas enlazadas,
tomando curvas de 180º, superando algún paso algo más técnico pero sin
dificultad y dejando rodar la bici. Casi 2 km. de puro placer que finalizan en
una rampa de unos diez metros que nos deja en la orilla del río Ena, convertido
a estas alturas del año en unas pozas de agua remansada alimentadas por un
escaso hilo de agua.
Nos bastó una mirada de
complicidad para decidirnos por darnos un merecido baño y aplacar así el
sofocante calor que hacía a las 2 de la tarde. Así que nos metimos en el río
cuyo fondo estaba cubierto por una capa de lodo de más de 20 cm. de espesor y que al
ser removida enturbió inmediatamente el agua, convirtiendo en unos minutos unas
pozas de agua muy limpia en una charca de hipopótamos en la que hicimos muchas
fotos y muchas más risas.
Después de este descanso,
volvimos a lo nuestro y tras cruzar el río en el que acabábamos de bañarnos
llaneamos por una carretera que rápidamente nos dejó en Ainsa.
Una ruta corta, de apenas 19 km. que solventamos en
2:15 de pedaleo y 4:00 de tiempo total que nos permitió tomar contacto con esta
zona, tan castigada por la sequía de este año, pero tan impresionante y con una
belleza salvaje. Ruta muy exigente físicamente en general y técnicamente en
algunos tramos que nos dejó un buen sabor de boca y las ganas de afrontar la
ruta del día siguiente.
FOTOS AQUI:
1 comentario:
Buena crónica Diego y las fotos soberbias, mucha enviada me dais...El Pe
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